Sólo cuarentones
Fernanda Donoso
“ANTES, LOS CUARENTONES eran demasiado viejos para usar jeans y demasiado jóvenes para morir. A los 50, ya se había alcanzado la extrema edad de El Quijote. Ahora, el problema es que la nueva generación espera el recambio y no duda en decirle “usted” a una chica de 36. ¿Qué se habrán creído?”.
“Es sabido que las grandes contribuciones de los matemáticos se alcanzan a edades tan tempranas como los 20 años, mientras que los cirujanos lo hacen alrededor de los 40, y los filósofos después de los 60. Miguel Ángel pintó sus mejores cuadros a los 80 y Ericson continuó inventando a los 80 años”, advierte la psicóloga chilena Beatriz Zegers en “Cruzando el mediodía”.
La edad de los cirujanos, o la crisis de los 40 -la crisis de la mitad de la vida- es un tiempo de peligro y oportunidad, considera ella. De Jung a Machado, pasando por el Dante, el tema obliga a más de una frase célebre. Mientras la población mundial envejece a un ritmo jamás visto, para los que cumplen 40 es la hora de enfrentarse con “la sombra”. Con su verdadero yo. No faltan los que huyen, y eso se llama el síndrome de Gauguin, el eterno viajero que volvía una y otra vez a París y murió alcohólico en una isla, aunque en brazos de una gran obra artística y de su última modelo naíf.
Para muchos, la sola idea gatilla el impulso de vivir una segunda o tercera adolescencia, un reventón. Con los minutos contados, back on the market, el cuarentón se lanza otra vez a la vida. Gesto de valentía y desobediencia altamente penado (en un país lineal como éste) por el principio de realidad. Se considera patético. Porque al borde mismo de los 40, en la calle del frente, están los fatigados hombres grises descritos aquí: “Hay endurecimiento, falta de humor, quejas hacia los demás, juicios acerca de la flojera moral o espiritual de los otros. (...) nace el sentimiento de que puede enseñar a otros a vivir, pero no se da cuenta que está lejos de irradiar bondad y amor; tampoco de él emana entusiasmo alguno”.
Y no hay edad para las crisis matrimoniales, pero las de los 40 son las peores. Es el clásico momento de “la infidelidad, esa locura secreta (...) Lo que interesa aquí destacar es que se trata de una encrucijada que es posible resolver”, nos consuela Zegers.
“Uno se da cuenta del valor que tiene el tiempo”
Fuente: wikipedia.
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Especialmente crítica, desde mi punto de vista cosmológico, es la edad entre los 41 y 46 años. En alerta roja: 42-43 y los 45
